sábado, 6 de marzo de 2010

Un Cuento Para Adultos (Reedited)

Nunca supe cómo iba a morir, pero morir por intentar solucionar un problema, es una buena forma de morir, o, al menos, para mí.

La suave y cálida brisa del aire acariciaba mi descubierta piel. Cada vez que la maquinilla del pelo se acercaba a mis orejas, oía más fuerte su pequeño motor trabajando.

Ahora valoraba más los tesoros de la vida, aquellos pequeños diamantes que la naturaleza nos había brindado: los sonidos, en los que se encontraba la música, esa grata combinación a la cual le asociamos sentimientos y emociones; la luz, la maravillosa luz que nos da el contraste de colores; los sabores, el tacto… Cuántos tesoros, cuantos pequeños tesoros nos da la naturaleza.

Mientras pensaba, no me había dado cuenta de que seguía en la peluquería, de que aquel motor seguía desnudando mi cabeza.

Me miré al espejo. Allí estaba yo. Aquel cuerpo musculoso, esa cara donde se advierten multitud de facciones, con ese color de piel, arena, y los azules ojos como pequeñas canicas. Ese era yo. No había sido consciente en toda mi vida hasta ese preciso instante. Este-era-yo, este humano. Ese era el cuerpo que me había correspondido. Una masa de carne, de moléculas. La verdad, no me podía quejar de mi apariencia, comparado con otros hombres y mujeres, mi ser era precioso. Como decía, no había sido consciente hasta ese momento, no había sido consciente de que ese, esa imagen reflejada en el espejo, era yo. No lo supe hasta que fui elegido.

Volví al segundo piso de la peluquería, donde me encontraba, volví a escuchar lo que había a mi alrededor. Escuché la radio, comenzaban las noticias, la voz grave del presentador daba paso al resumen diario. Hice un mayor esfuerzo e intenté concentrarme tansolo en ella y evadirme de todos los otros ruidos, de la maquinilla, del cálido viento golpeando el alfeizar de madera de la ventana... Conseguí alejar esos sonidos de mi mente cuando de repente se fue la señal de la radio. Volví a recuperar los sonidos restantes. El peluquero paró la maquinilla y se dirigió al estante donde estaba la radio, le dio unos golpes, movió la antena, pero la radio no volvía a funcionar. Parecía que cualquier intento de arreglarla no valdría la pena, además, era antigua, ya que vi una pegatina en su parte delantera en la que ponía en grandes letras azul eléctrico: “WITH IPOD CONECCTION / MP4”. La compraría hace cincuenta años, una reliquia así no duraba tanto, una pena, ya no encontraría en el mercado una como esas.

Pasaron unos minutos en los que me quedé en blanco. No pasaba nada por mi mente, y sin previo aviso entró la voz, la voz que odiaba:

-¡Ni un solo pelo! ¿Me has oído? No quiero que le quede ni un solo pelo. No nos podemos permitir un pequeño fallo que haga que la operación se vaya al carajo.

Eso fue lo que le dijo al peluquero. Si hubiera sabido que el proyecto estaba dirigido por un hombre tan estúpido, no me habría alistado como voluntario.
La verdad, no sé qué fue lo que me animó a formar parte de la única oportunidad que tenía la humanidad de ser salvada.

Ahora estoy en la nave. Si miro por el cristal puedo ver las estrellas, nunca creí que mi última visión fuera esta. No tengo ni la remota idea de por qué estaba pensando en lo que me había ocurrido esta misma mañana, en la peluquería.

Me siento raro, culpable. La “misión” ha salido mal. Todo consistía en expandir un gas que desintegraría la capa de contaminación de la atmósfera, la cual era ya tan gruesa que en lugares del planeta, la temperatura no bajaba de de los cincuenta grados. Esta era la única forma de salvación de la humanidad, y el escaso gas había sido introducido al cien por cien dentro de la nave, por lo que no quedaba ni un resto en la tierra. Eran muy difíciles de conseguir los productos que formaban parte del gas. Por esto, era la única oportunidad que tenía la raza humana, y ha salido mal. Justo cuando la nave debía dar el gran impulso que dejaría a todo el planeta bañado por el fluido, un maldito tornillo mal ajustado ha salido disparado y ha hecho que la nave se vaya desbaratando.

Ahora estoy en el espacio, sin ninguna posibilidad de volver, esperando a que se me acabe el oxigeno, solo me quedarán unos tres minutos.

Entonces, pienso que yo muero, pero toda mi raza morirá en los próximos años, las personas no podrán seguir viviendo con temperaturas tan altas, y la tierra, poco a poco se irá cubriendo de agua, los polos se han convertido en pequeñas manchas blancas. ¡Menudas vistas hay desde aquí arriba!

Todo se hubiera arreglado si, desde el primer momento, las personas hubieran pensado en las consecuencias que tenían sus acciones, su manera de no respetar el medio ambiente, todo ha sido por su culpa, yo no me tengo que sentir culpable, esto ha sido culpa de personas inconscientes o, que simplemente, no pensaban lo que hacían.

Noto cómo me cuesta cada vez más respirar y que mi cuerpo se está comprimiendo, siento que mis tripas se aprietan cada vez más, nunca super cómo iba a morir, pero morir por intentar solucionar un problema, es una buena forma de morir, o, al menos, para mí.


Omar Ruiz Pérez.
Un cuento para adultos.

BELIEVE IN IT

(Selecciona el texto solo si quieres descrubrirlo...)

Lo escucho ¿Y tú?

Lo siento ¿Y tú?

Escucho tambores que suenan al rozar el aire en la hierva, escucho como se mueve cada minúsculo ciempiés multicolor alrededor de mi.

Me encuentro a mi mismo en mi propio país ¿esto es real o es un sueño?

Me caigo, ruedo y ruedo por la colina de césped, no choco con ningún árbol morado. Ruedo, ruedo y ruedo ¿y tú?

Mira esos pájaros naranjas con aletas de colores oscuros, un momento, he parado de rodar ¿no?
Pues no, continuo rodando.

¿Y ese polvo amarillento que me rocía la cara? ¿Lo notas? Yo no.

Mis pies se enredan con las algas que salen del césped verde, esto sí que lo noto.

Y.. y.. ¿y saboreas las nuebes azules del mar negro? Mm..

Ya lo veo, veo algo extraño, algo de un color rojizo y verde, creo q es un conejo, sí, es uno.

¡PARAPA PARAPA PARA!

Creetelo.