miércoles, 25 de noviembre de 2009

ELECTRICIDAD IMANIZADA (PARTE 5)

Ahora hay otro pilar preferente... Pero a este no lo derrumbaría.

Dí un paso hacia delante y el largo pilar seguía en el mismo sitio. Este larguirucho era diferente al otro, este era más estrecho y más alargado. En verdad todos eran diferentes, cada uno con una electricidad propia que me llamaba y me estiraba como un tornado hacia su interior.

Por primera vez miré hacia abajo y vi parte de mi. Me sorprendí, porque me di cuenta de que también era uno de ellos. Yo también era un pilar. Todo era como una red, un vacío lleno de largas columnas. Pero en lugar de nosotros, sujetar la red, el techo, él nos sujetaba a nosotros. A mi mente vino la imagen de unos coches de choque de cualquier feria de verano que se unen sobre una manta eléctrica sobre ellos.

ESCRITO EL DÍA 27 DE OCTUBRE DE 2009 EN MI AGENDA ESCOLAR.

ELECTRICIDAD IMANIZADA (PARTE 4)

¿Cómo te sientes?
-Mal, bastante mal.
¿Por algo en concreto?
-Más bien alguien, bueno, nose...
¿Te esperabas que ocurriera esto?
-No, no, para nada, pero mira.. ¡así es la vida!
¿Necesitas desaogarte?
-Necesito explotar, llorar, y... y... ¡pfff! Estoy en schock.
¿Cómo te has sentido al saberlo?
-Me he quedado un poco petrificado...
¿Cómo podrás pasar de alguien que, para ti no es simplemente "alguien"?
-No me preguntes esto, porfavor...

Abrí los ojos y volví a ver los pilares.
Aquel al cual quería derrumbar se alejaba lentamente, empezaba a desaparecer de mi vista y, yo, no quería que se alejase. Quería correr detrás de él, aunque sabía que él no iva a parar nunca para esperarme, pero mis pies no produjeron ni un simple movimiento.

Aun con todo el dolor, le diré:
-Adios.
Y sin embargo, en la lejanía, lo seguiré viendo, todos los días.

ESCRITO EL DÍA 20 DE OCTUBRE DE 2009 EN MI AGENDA ESCOLAR.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Eeee para el carro

-Solo un color... piensalo.
-¿Lo tienes ya dentro de tu cabeza?
-¡Umh! - Asiento.

En mi mente tengo un color, que si le das luz brilla y deslumbra.
El color se balancea y desliza con el aire, bueno, el color no.
Un color o un tipo de ti que si lo llevas pueden relacionarte con tonto, pero todos sabemos que es mentira.
Un color que si lo tienes me gusta...
¿Sabes ya cual es?
¡Rubio! (Más que un color, una parte de ti).

[Para todos/as mis rubios/as] Y especialmente para ti si lo estás leyendo en este momento.

-Escrito el Martes 3 de Noviembre en mi agenda.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Una noche de invierno mientras nevaba.

Una oscura noche de invierno mientras nevaba, estaba delante de la estufa. Abrigado con una bufanda que recorria todo mi cuello. Y abrazado fuertemente a una manta gris moteada de flores negras. La oscuridad reinaba por la mayoría de la sala, excepto la luz que daba el fuego. Yo estaba en el suelo de madera, para acercarme más a las llamas. Detrás de mi tenia el sofá, y más detrás del sofa una ventana con cristales helados. Tras la ventana se podía ver el cielo estrellado de la tenebre noche.

-¿Pensabas en mi?

Mis labios se rasgaron más al pronunciar cada letra de las palabras.

Esperé.

-Yo sí que estaba pensando en ti.

Cerré los ojos.

-Cada vez que pienso en ti me dan ganas de abrazarte y sentirte entre mis brazos, mis labios...

Esperé, pero seguía sin obtener respuesta.

Seguían doliendome los labios, morados ya. Cada letra me abria miles de aperturas, de rasguños en mis labios.

Yo continuaba hablando con los ojos cerrados, pero no obtenía respuesta.

-Cariño.. ¿estás bien? Necesito que me hables... porfavor

Volví a hacer una pausa, eterna para mi.

Empecé a llorar manteniendo los ojos cerrados, las gotas recorrían mi rostro como una catarata, unos rápidos.

-Porfavor...

Ni una solo palabra, ni siquiera un Hola.

-Por-fav.. porfavor.

Susurré con un llanto agotado por ultima vez.

Abrí los ojos, bajé la cabeza ya que instintivamente la mantenia cara el techo. Me encontré con que todo seguía igual a mi alrededor. El sofá alumbrado por el fuego, la mesa pequeña, la alfombra, el sillón, la ventana, la estantería llena de libros, la taza de café...

Y no había nadie. Nadie conmigo en aquella casa perdida en las profundidades de las montañas, tansolo estaba su leve retrato guardado en mi mente, el cual cada vez se hacía más borroso.