martes, 15 de marzo de 2011

Un día de primavera mientras amanecía.

(ESTE FRAGMENTO ES LA SEGUNDA PARTE DE "UNA NOCHE DE INVIERNO MIENTRAS NEVABA", POR ELLO RECOMIENDO LEER SU PRIMERA PARTE ANTES QUE ESTE MISMO). http://laclefperdue.blogspot.com/2009/11/una-noche-de-invierno-mientras-nevaba.html


Fue un día de primavera. Uno en los que el sol brilla con todo su esplendor y hace florecer la naturaleza.

La casa de madera quedaba a sus espaldas, y ante él se extendía una hermosa pradera repleta de un manto de flores amarillas, moradas y rojas.

La alegría llamaba al timbre de la vida, el estío comenzaba a amanecer y dejaba notar sus leves rayos de calor calentando la manta terrestre.

Él inspiró toda la pureza del limpio aire. Giró la cabeza y contempló la típica estampa de postal. La pequeña casa de madera parecía todavía más recogida al ver la gran montaña que se extendía sobre ella.

Su pelo tostado ondeó cual bandera por la pequeña brisa que refrescaba el primer ambiente caluroso del año.

Dos mariposas blancas volaron sobre sus ojos como si escenificaran el baile de la vida. Las flores bostezaron y dieron su bienvenida al astro. Todo ser vivo notaba en su interior la felicidad de la vida, el amor. Él también lo intuía, pero por desgracia ese sentimiento no evolucionaba...

-¿Pensabas en mi?

Sus labios se separaron para convertir su pensamiento en susurro.
Esperó.

Nada, absolutamente nada cambió su estado. Las mariposas continuaron revoloteando emparejadas entre las flores y distintas abejas realizaban su labor. Pero él no recibió ninguna respuesta.

-Yo sí que estaba pensando en ti.

Cerró los ojos e imaginó a la persona a la que hablaba. La veía a través de una ventana, estaba en algún sitio del mundo. Al no conocer su paradero no quiso imaginarse un lugar concreto, así que la vio dentro de una casa de madera, perdida entre montañas nevadas. Se acurrucaba en una manta gris moteada con flores negras cerca de las llamas de una chimenea y su mirada estaba dirigida al interior de esta.

-Cada vez que pienso en ti me dan ganas de abrazarte y sentirte entre mis brazos, mis labios...

Pero cualquier intento no hacía que su mirada se desviase del fuego y se dirigiera a la ventana, donde él estaba.

Las pausas se hacían eternas, pero no le importaba. El amor hacia esa persona era increíblemente poderoso, hacía que se le paralizaran los músculos y que se elevase el ritmo de la respiración.

Finalmente abrió los ojos y bajó la cabeza, ya que instintivamente miraba hacia el cielo.

Su finalidad era encontrar aquella persona, y estuviese donde estuviese iba a encontrarla.

- Aunque para ello tenga que atravesar el mismísimo infierno.

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